Quien esté buscando un coche para una conducción 'deportiva' está claro que el Mazda CX-30 no debería ser su elección, ya que aunque para la mayoría de los usuarios, sus motorizaciones tienen prestaciones más que de sobra, aquellos que deseen una respuesta ágil e inmediata conduciendo, no la van a encontrar en este coche, ya que está diseñado más para disfrutar de una conducción tranquila y relajada que para una conducción intensa y deportiva. Esto no quita que tenga fuerza (cualquiera de sus motores) para responder con suficiente anticipación a cualquier situación cuando sea preciso.
Todo esto, unido a un aprovechamiento del par que consigue optimizar una importante disminución en el consumo cuando se conduce de forma suave, son los motivos que me llevaron a elegirlo, y sinceramente no me arrepiento.